Incertidumbre

Punto de partida: vivimos en  la sociedad del conocimiento.

Esta realidad, como la luna, tiene una cara oculta: cada vez desconocemos más cosas. Conocimiento y desconocimiento caminan juntos. Su gestión es el trabajo del profesor. Los alumnos saben muchas cosas, saben buscar mucha información… y esto produce cierto vértigo en el profesorado. Acompañar a que los alumnos transformen  la  información en conocimiento es una tarea ardua para la que los profesores no siempre tienen recursos. Situación de desbordamiento que provoca que algunos se refugien en el cálido, pero inútil, útero de los libros de texto y normas ministeriales. Mirar, apasionadamente, hacia el recuerdo no siempre es una buena forma para construir el porvenir.

Las Tic son inestables, efímeras; convivir con ellas exigen actitudes nuevas, actitudes emergentes, pensamiento complejo (no confuso); liberarnos de conjeturas pesimistas que nos impiden avanzar. Internet es un guirigay acelerado por mil motores de búsqueda que funcionan con datos encriptados. A pesar de todo, aquí debemos estar los profesores para poner orden. Los nanosegundos no es  la unidad de tiempo para el aprendizaje. La educación es algo lento, pasito a paso. Esta transformación del ritmo debe ser provocado por el profesor sin que le pille con el paso cambiado. Afortunadamente estamos en un mundo lleno de saberes y no-saberes. Se ha cambiado el papel del profesor y también el tipo del saber. El saber ya no es tan individual y se ha independizado de la academia. Esta situación ha descolocado al profesorado, pero de ninguna manera se puede admitir que ya no tiene sitio. No nos queda otra que lanzarnos al vacío sin temor: hay Red.